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Estamos ante una crisis, no podemos gestionarla como un accidente.
A diferencia de la gestión de un accidente, en que podemos tener un plan de prevención, un plan de acción, haber calculado un nivel de riesgo y una probabilidad de ocurrencia, haber formado al equipo de gestión… ahora estamos ante una crisis. Y el modelo de gestión de crisis se basa en tomar decisiones rápidas, aunque no podamos estar seguros (es que es imposible, las crisis no se planifican con antelación), probar si esas decisiones son acertadas y reaccionar en consecuencia: SENSE & RESPOND.
Es hora de hacer cambios (pequeños, controlados), probar si hemos acertado o no y aprender rápido, descartar los fallos y quedarnos con lo que funciona. Aunque el cuerpo nos pida reflexionar mucho y no tomar decisiones hasta no estar seguros, estamos en una crisis.
Al ritmo acelerado al que avanza la pandemia en el mundo, el tiempo para planificar es casi un lujo. Hay empresas que, o reaccionan y se rehacen pronto, o tendrán que cerrar. Y ese rehacerse significa, en muchos casos, transformarse digitalmente.
Hasta hace ¡solo 2 meses! La mayoría de los planes estratégicos de transformación digital de las empresas incluían programas y proyectos a entre uno y tres años vista. Ahora están viéndose forzadas a conseguir beneficios de esa transformación en días o semanas.
Esta súper-aceleración se ha visto en todo el mundo y la mayoría de los sectores. En centroeuropa el 70% de las empresas manifiestan haber acelerado sus proyectos de transformación digital (ver Informe DM Exco 20 – Is the coronavirus pandemic an engine for digital transformation? – Milko Malev – 3/4/2020). Los bancos asiáticos han migrado ágilmente sus canales físicos a servicios on-line en un mes. Los proveedores de cuidados médicos (en Catalunya el Servei Català de la Salut y los Centres d’Atenció Primària han hecho un esfuerzo titánico en ese sentido – ¡gracias! -) han pasado en cuestión de días a la tele-asistencia. Las aseguradoras permiten auto-gestionarse las reclamaciones. Los distribuidores están aguantando su negocio gracias al e-Comerce (Mango ha duplicado sus ventas online, Primark tiene dificultades para subsistir porque no tienen ningún canal de venta online y sus tiendas están cerradas).
Esta crisis no tiene (muchos) lados positivos. Aunque cuando estudié chino hace años me hizo gracia saber que el ideograma que representa la palabra crisis significa también oportunidad, me cuesta verlo, esta crisis ha hecho mucho daño y va a hacer mucho más, en las vidas de las personas y en la economía.
Pero es verdad que de repente estamos ante una visión del mundo del futuro, donde muchas interacciones que ahora son físicas serán digitales, forzando a las organizaciones y a las personas a adaptarse de la noche a la mañana. Los canales digitales serán los principales o incluso los únicos para que algunos negocios se relacionen con sus clientes, y automatizar los procesos (ojo, después de optimizarlos, si no estamos produciendo el mismo desperdicio solo que más rápido) la principal clave para mejorar la productividad y optimizar las cadenas de suministro.
Nos toca ser valientes, aplicar los conceptos de AGILE, de LEAN, los que nos dicen que el centro de todo son las personas – clientes y empleados -, colaborando, enfocándose en lo esencial, eliminando los derroches, proporcionando el máximo valor, haciendo cambios pequeños, midiendo y reajustando.